lunes, 21 de enero de 2008

Con el Gran Poder en la intimidad. 8 de noviembre de 2007


¡Quien vio cruzar al Gran Poder vio caminar a Dios mismo!, exclamaba Antonio Rodríguez Buzón ante las personas que atentamente escuchaban su gran pregón de mil novecientos cincuenta y seis en el antiguo teatro San Fernando.

Oscurece en San Lorenzo, la basílica está abierta, ha acabado la misa de siete y media y desde los bancos de madera se contempla el Equilibrio en persona, la Dulzura y la Solera en Su caminar, la Tez respetuosa que cada madrugada recorre las calles de Sevilla guiado por cientos de cirios llenos de historias, el dolor del Hijo del hombre, el Nazareno que todo lo puede...

Muchos fieles aún se resignan a despedirse de Él, desfilan por su camarín con grandes promesas y besan su viejo talón que aún deja ver el dolor de Su caminar por a calle de la Amargura hacia la consumación de la vida. Su boca aún parece estar diciendo: “Señor perdónalos porque no saben lo que hacen”. El semblante de su expresión dice a Sevilla entera que siempre perdonará sus pecados y nunca dejará de escucharla. El clavo que atraviesa Su ceja representa la traición del de la Humanidad a Su palabra. Sus manos lo reflejan todo: la fuerza, el Gran Poder.

Esta cuaresma brillará más que nunca porque tras su restauración llevada a cabo por los hermanos Cruz Solís, sin duda una auténtica labor, convertirá al Gran Poder en la gran novedad de esta Semana Santa. Pero hay una persona que pasa junto a Él mucho tiempo y dedica el empeño y la devoción que le caracteriza para que el Señor esté siempre en las mejores condiciones. Él es su vestidor y prioste: Ignacio Soro.

Ignacio representa la tercera generación de los Soro al servicio de la hermandad. Concretamente cuarenta y cuatro años de hermano, su edad, pero dos veces prioste: con la anterior Junta de Gobierno de Joaquín Murube y con la actual de Enrique Esquivias. No muy joven, “depende por donde lo mires, bien soy viejo o joven”, porque en el cargo ya tiene experiencia. Una labor que conoce a la perfección porque la comenzó su abuelo, José Soro, la siguió su padre, Francisco Soro, y ahora es Ignacio quien, tras haber aprendido mucho de sus antecesores, desempeña un trabajo “en algunos casos muy sacrificado, pero sin duda es muy gratificante. Porque tienes la oportunidad que tener vivencias muy íntimas con el Señor por estar tanto tiempo tan cerca de Él, como la Virgen y de San Juan, lo que es un gran privilegio”.

Todos sabemos mucho de El Gran Poder, pero Ignacio piensa que el señor no guarda ningún secreto y lo sabemos todo. “Es muy difícil contar algo del Señor que no sepamos los sevillanos, porque cada devoto tiene una vivencia íntima con Él. Lo que sí que puedo contar es que impone mucho, transmite dulzura y serenidad cuando estás tan cerca de Él. Y por supuesto la devoción que se acrecienta al hablarle de tú a Tú”. Se emociona cuando nos cuenta su testimonio. No es experto en arte para decirnos si es la mejor talla que se haya hecho jamás, pero sí “creo que es la mejor obra que ha salido del taller de Juan de Mesa, porque a la vista está que su fuerza traspasa barreras porque se tiene devoción por él en todas las partes del mundo”.

El Señor habla, y conversa con un Ignacio Soro que tiene copado todos los rincones de su vida por el Gran Poder, “siempre habla, no cabe duda que estando tan cerca de Él se le habla más de tú, pero la cercanía no es indispensable para comunicarse con Él porque llega a todos los sitios y personas. El título de la imagen lo dice todo: Jesús del Gran Poder. En sus manos ponemos todos nuestras inquietudes y esperanzas y yo creo que teniéndolo a Él no estaremos nunca solo, y podremos confiar plenamente en que su voluntad se impondrá y cumplirá nuestros deseos”.

Son muchos años viendo desfilar personajes de la vida pública por la Basílica, actores, políticos, intelectuales… Es difícil encontrar alguna anécdota de estos nombres, pero lo que si que “es muy gratificante es ver el Jueves Santo las visitas que tiene el Señor de todos los ámbitos, y entre ellas, personas que crees que están muy ajenas a todo el mundo de la Iglesia, religión, cofradías y que no catalogarías como allegadas o a fines a este tipo de culto te sorprenden con las devoción y el respeto con el que se dirigen a las imágenes. Es muy curioso”

Hablamos de la restauración de lo Cruz Solís, para el vestidor del Gran Poder “ha sido un acierto la intervención de estos señores”. Es la segunda restauración en veinticinco años que han hecho al Gran Poder. La primera la podemos encontrar a principios de los años ochenta, pero se basó en una limpieza superficial de la imagen, tras una mala restauración anterior de otro autor. La oscuridad que ha atesorado la cara del Señor estaba provocando daños en la talla y en policromía. Como ejemplo de este acierto muestra, según Ignacio, “el trabajo desempeñado por Isabel Pozas, quien ha intervenido prodigiosamente en la policromía, manos y rostro, creo que estuvieron directamente guiadas por Él. Porque le ha devuelto una limpieza, una belleza y una plasticidad que antes estaba perdiendo”. Lo más destacado de esta restauración ha sido el relucir de regueros de sangre bajo los lagrimales y tras la oreja izquierda, que antes no se veía.

Ahora ya estamos en cuaresma, y ayer Ignacio se encargó de colocar al Señor su túnica morada para que todos puedan contemplar desde hoy la belleza de su Señor tras la magnífica restauración. Cuando se ponga en besamanos el sábado de pasión, volveremos a ver los miles de fieles que se acerquen a la Basílica esperando la tradicional larga cola de personas que se agolpan en la Plaza de San Lorenzo. En la Madrugá de este año el rachear de los costaleros se mezclará con el silencio respetuoso hacia la imagen de Juan de Mesa. Mientras, Ignacio Soro seguirá siendo el más íntimo confidente del Gran Poder que lo mimará y vestirá año tras año para que las generaciones venideras sigan venerando al Señor de Sevilla.

No hay comentarios: