sábado, 26 de enero de 2008

Reflexión en Navidad 26 de diciembre de 2007


Necesario es insistir que nuestra Navidad no se ha de quedar sólo en la celebración de este día, ni en la de estas fechas, sino que ha de ser una experiencia tan viva y tan real que ha de impulsar todos los aspectos de nuestra vida.

Está a nuestra vista que Cristo vive, pues El mismo lo dice: “Lo que hagas a uno de estos pequeños, a mí me lo haces” y es por eso que se hace presente en todos, seamos pobres o ricos, en el padre que se angustia por la falta de recursos para aliviar a un hijo enfermo o a una hija estudiante, en la madre que se siente dichosa del hijo que ha terminado su carrera pero preocupada por el otro que tiene problemas en su matrimonio. Cristo está con nosotros; también en el anciano que experimenta una soledad que no le desea a nadie, y piensa o siente que sus facultades se van mermando; también está en el joven que lucha, que se pone metas altas, que busca los auténticos valores, o en el que se encuentra desorientado, en el que se ha equivocado, en el que se siente incomprendido, Cristo vive, en el niño que goza de salud, pero también en el que padece enfermedad, en el que come cada día menos porque no hay más o en el que come más para cuando haya menos.

Cristo nace, Cristo vive para todos y en todos; para los pueblos que sufren la guerra, o el hambre, o la persecución, o el subdesarrollo, como para los que viven en paz, con ciencia y tecnología cada día más avanzadas.
Cristo quiere entrar en cada uno de una forma real, quiere tomar parte en nuestra vida quiere ser uno con nosotros, como El y el Padre Celestial son uno, quiere caminar con nosotros, quiere compartir con nosotros todo el amor que tiene; pero, ¿acaso depende todo de El?.

No hay comentarios: