lunes, 21 de enero de 2008

La maldita herida abierta por la Memoria Histórica salpica a la Macarena 19 de octubre de 2007



Una señora que responde al nombre de Francisca Maqueda, miembro (o miembra) de la Asociación Andaluza de la Memoria Histórica, trabajadora social y militante de la CGT cree que, y así lo ha declarado, el fajín que lleva la Macarena, donado por Queipo de Llano es «una ofensa para muchas personas».

Desde luego lo que no consiga la Macarena no lo consigue nadie: ahora una anarquista quiere ser su camarera. Esto de la memoria histórica es como una moneda con dos caras; la positiva, que tiene que ver con la justicia y el reconocimiento que merecen muchas personas y la negativa que nace de las vísceras. En su descargo hay que conocer que Francisca es bisnieta y sobrina nieta de desaparecidos en el 36 para comprender el dolor remoto del que nacen estas palabras. No soy de los que se entusiasme, más bien lo contrario, con adornar a las Imágenes con parafernalias mundanas, pero sí reivindico para cada cual el derecho a obrar según su entender.

Los doce mil hermanos de La Macarena, los cientos de miles que la ven por la calle, los millones que cada año pasan por su Basílica no parecen que estén ofendidos por el uso de un fajín. Lo que sí es una ofensa al sentido común es que organizaciones e individuos que nada tienen que ver con la Iglesia pretendan desde el oportunismo del momento querer decirle a la Iglesia lo que tiene que hacer. Si esta memoria no fuera tan selectiva y tan limitada en el tiempo nos quedaríamos sin historia.

Cambiemos el nombre de la calle Reyes Católicos porque expulsaron a los judíos; juzguemos a Colón por el genocidio de los indios americanos… En la Macarena, el fajín de Queipo, es solamente la anécdota de un pasado histórico de más de cuatro siglos que alumbró una gran institución de culto, formación y de asistencia social. A la base social de esta hermandad, que no es precisamente de señoritos ni de poderosos, más bien lo contrario, le hubiera bastado reclamar su retirada para que lo dejaran de usar. Y no lo han hecho. Señora Maqueda, preocúpese de sus cosas. De las cosas de la Macarena ya hay quien se ocupe.

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